Plenitud de vida en Cristo.
Colosenses 2.8-23.
La lucha del hombre es someter a otros para sus fines egoístas. Así surgen falsos maestros con artimañas. En el tiempo de la iglesia de Colosas, estaban los maestros judaizantes enseñando a los cristianos a guardar la ley, ritos, ceremonias, tradiciones, a reconocer el sacerdocio levítico, para formar parte del pueblo de Dios.
Esta filosofía con sus nociones de sabiduría carnal, vana y engañosa, que complacen las fantasías de los hombres, con especulaciones curiosas sin trascendencia ni interés; pero impiden la fe auténtica de ellos.
No obstante hay una filosofía que ejercita correctamente las facultades racionales como conocer las obras de Dios que nos lleva a su conocimiento y confirma nuestra fe en Él.
Todos los defectos de la ley están compensados en el evangelio de Cristo por su sacrificio completo por el pecado y la revelación de la voluntad de Dios. En Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad y el creyente está completo en Él que echa el cuerpo pecaminoso carnal de nuestro corazón con su circuncisión.
Estando muertos en nuestros pecados, en el bautismo de Cristo somos sepultados y también resucitados mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos, perdonando nuestros pecados y anulando el acta de decretos en contra nuestra, la quitó y clavó en la cruz, así despojó y exhibió públicamente a los principados y las potestades, triunfando sobre ellos en la cruz.
Es justo presentarnos con paz y gozo a ofrecer un culto racional como ofrenda viva, santa y agradable a Dios; sin hipocresía, fingiendo humildad e indignidad al recurrir a intermediarios en lugar de ir a Cristo directamente, que es Dios la Roca y Redentor eterno, o con sacrificios autoimpuestos que satisfacen la mente carnal, gratificando la propia: voluntad, sabiduría y justicia, un orgullo disfrazado de humildad en menosprecio de los demás; esto no tiene ningún valor ni efecto para con el Señor que lo hizo de manera perfecta de una vez y para siempre
La doctrina de los apóstoles y profetas es que toda esperanza de redención, plenitud, perfección y suficiencia se funda sólo en Cristo que es la piedra angular sobre la que Dios edifica su iglesia en su palabra eterna: la Santa Biblia.
¿Has hallado en Cristo plena salvación? ¿por la sangre que Cristo vertió? ¿toda mancha lava de tu corazón? ¿eres limpio en la sangre eficaz?
Oremos: Dios Padre santo que estás en los cielos, venimos ante ti en el nombre de Jesús, por su sacrificio hecho en la cruz, cantando con alegría, regocijo, gratitud, alabanza, bendiciendo tú nombre, sabiendo que lo resucitaste de entre los muertos y está sentado a tú diestra en tu trono, reconociendo que tú eres bueno, misericordioso, fiel y verdadero, nuestro Creador, Señor, Redentor, Padre y Juez. ¡Aleluya, amén!
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