Dios es soberano, santo, justo y bueno.

 2 Crónicas 14:1-15.
       Los gobernantes y los pueblos que hacen lo bueno y recto ante los ojos de Dios gozan de confianza, seguridad, paz y tranquilidad, no así los mentirosos e hipócritas. 
       Sucedió con un rey de Judá llamado Asa que se fortaleció en el único Dios verdadero en el que creyeron sus padres, motivó al pueblo a buscarlo juntos, se dispusieron a vivir en la justicia y santidad de la verdad, así quitaron las imágenes de dioses paganos, todo altar y práctica de idolatría, por eso Dios les dio diez años de sosiego y en general vivieron en paz.
       En ese período aprovecharon a edificar y fortificar sus ciudades con muros, torres, puertas y barras. Gozaron de mucha prosperidad, lo que provocó la envidia y codicia de los enemigos. Al considerar esta área, Asa entrenó y armó bien a su ejército para protegerse de los saqueadores. 
       En eso vino contra ellos, Zera etíope con un gran ejército que superaba al doble al de Asa. Al ver la situación, Asa se armó con los suyos, principalmente con la fe de Dios, su escudo y estandarte, mediante una simple y humilde oración de confianza en Dios su protector, que puede salvar al que tiene fuerza o al que no tiene ninguna. Le pidió ayuda y que no se hiciera la voluntad del hombre, sino la del Señor que salió delante de ellos y deshizo a los etíopes. 
       Asa y su ejército fue salvado y obtuvo un buen botín de la guerra. 
        Oremos: Dios Padre santo, justo, bueno y soberano, venimos ante ti con humildad en el nombre de Jesús Señor nuestro, dando gracias por tu misericordia y fidelidad en este nuevo día de vida que nos das, concédenos un corazón conforme a tú voluntad, lleno de confianza y seguridad en ti. Hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra, no prevalezca la del hombre pecador, porque tú Jesús eres bueno, santo y perfecto. Tus pensamientos y caminos son tan altos como los cielos, no los podemos alcanzar; guarda con tu paz nuestros corazones y pensamientos. Amén.

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