La gracia y la verdad vinieron por Jesús.

Juan 1.1-18. 
       El apóstol Juan da testimonio de que Jesús era, es y está con Dios desde "el principio", desde la eternidad, Juan 1:1 y Génesis 1:1. Fue un testigo personal de Jesús como hombre y Dios: lo vió, oyó, tocó, olió, comió y caminó con él hasta su crucifixión, muerte, sepultura, resurrección y ascensión al cielo.
       Presenta a Jesús como el "Verbo", la "Palabra de Dios", que es una extensión de la personalidad divina, expuesta de una manera racional y manifestada con autoridad divina ejecutada por los ángeles poderosos en fortaleza, obedeciendo con alabanza sus preceptos, Salmo 103:20. Al igual que ellos, nosotros debemos hacer todo lo que nos manda, sin añadir ni quitar nada, Deuteronomio 12:32.
       Toda la creación fue hecha por y para Jesús, sin él nada existiría; es la vida y la luz de los hombres. Las tinieblas se oponen a la luz, pero huyen ante su resplandor. Los que andan en la oscuridad, cuando Cristo se les presenta, son iluminados, se arrepienten de su maldad, creen al Evangelio, cambian su mentalidad, conversación y conducta dando gloria,, honra, honor y alabanza al Señor.
       Juan el Bautista fue enviado por Dios, para dar testimonio de que Jesús es la Luz verdadera y todos deben creer en Jesús para arrepentimiento y salvación. Juan el Bautista era pariente de Jesús, nació 6 meses antes que él, por tanto mayor de edad, pero dijo de Jesús: "El que viene después de mí, es antes que mi; porque era primero que yo".
       Jesús el "Verbo, la Palabra, la luz de Dios nuestro Salvador", vino al mundo como hombre, pero el mundo no le conoció, no le recibió, lo rechazó, cegado por el materialismo, el poder, con sus estrategias diabólicas, lo castigaron, crucificaron y mataron. 
       Ahora los que le recibieron, los creen en su nombre, Dios les ha dado potestad de ser hechos sus hijos, nacidos de nuevo, no por voluntad del hombre, sino por su voluntad, por su Espíritu Santo. Así tomamos de su plenitud y gracia sobre gracia, ya que la ley vino por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesús, porque nadie ha visto a Dios, Jesús el unigénito Hijo le ha dado a conocer. 
       Oremos: Dios Padre santo que estás en los cielos, venimos ante ti en el nombre de Jesús, para tomar de tú plenitud y gracia sobre gracia para serte agradables en todo, porque eres el que sustenta todo con el poder de tú palabra, el Cordero que fue inmaculado digno de recibir la gloria, la honra, honor y alabanza. Amén.

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