La respuesta de Dios.

1 Samuel 1.1-28.
       Elcana fue un varón que tuvo dos mujeres: Ana que era estéril y amaba mucho  y Penina que tuvo hijos. Era muy religioso de Jehová de los ejércitos, adoraba y ofrecía anualmente sacrificios en la ciudad de Silo, donde estaban los sacerdotes Ofni y Finees, hijos de Elí. Daba a Penina y a cada uno de sus hijos, una parte para el sacrificio, más a Ana una parte escogida. 
       Es esas ocasiones, Penina escarnecía a Ana, porque Dios no le concedió hijos, por lo que lloraba y no comía, pero su marido la consolaba y reanimaba. 
       Eso sucede cuando hemos pecado eso nos separa de Dios, ocurren divisiones familiares. Siempre hay alguien jactancioso que con maldad se burla de los demás y les hace más pesada la carga que llevan, en especial a los de espíritu afanoso son más dados a la provocación, a ser sus propios enemigos, no aceptan la consolación. Esto afecta nuestra relación personal y familiar con Dios, pero siempre da más gracia para ayudarnos a vencer y salir adelante. Debemos ver el consuelo y no la cruz, lo que está por y contra nosotros.
       Ana cargada por su situación aumentada por la burla de Penina, entró al templo a orar, llorando, derramó su alma ante Dios, hizo un voto de fe y le pidió un hijo varón para dedicarlo siempre al servicio del Señor. 
       No llegó con altivez ni pidiendo venganza, sino humillada rogando desde lo más íntimo de su ser, que Dios en su misericordia, fidelidad y verdad, tuviera compasión y actuara a su favor.
       Elí estaba sentado junto a un pilar del templo de Jehová, la observó mover sus labios en silencio, pensó que estaba ebria y le llamó la atención, ella con todo respeto le aclaró que no la viera como una cualquiera, estaba atribulada, acongojada, afligida, derramando su alma delante del Señor.  
       Dada nuestra naturaleza pecaminosa, siempre pensamos mal al ver con desdén la apariencia de otros, lo mejor es investigar antes de hablar y actuar. En este caso Elí con la autoridad que Dios le dió, fue directo a platicar con ella, comprendió su prejuicio, la situación de Ana, la bendijo y pidió al Señor que le concediera su petición. Ella agradeció su comprensión y salió renovada, comió y vivió con alegría.
       Pasado el tiempo, Dios se acordó de Ana. Tuvo relaciones con Elcana, quedó encinta y dio a luz un varón al que llamo Samuel, que significa respuesta del Señor. Durante la lactancia del niño, no acompañó a Elcana a ofrecer sacrificios al templo en Silo, pero pasado ese periodo fue a ofrecer sacrificios y al niño pequeño, recordó a Elí del encuentro que tuvieron y le explicó que lo hacía en cumplimiento de su voto de fe hecho al Señor.
       Muchos relatos bíblicos dan testimonio de personas de fe, que se mantuvieron firmes ante las adversidades, esperando con amor la respuesta del Señor. Por eso se nos aconseja, así como lo hizo Ana, a despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia, corriendo con paciencia en esta vida, puestos los ojos en Jesús que sufrió la vergüenza, dolores extremos, murió crucificado, fue sepultado, pero Dios lo resucitó al tercer día y lo sentó a su diestra, porque cargó con todos nuestros pecados siendo sin pecado y satisfizo la justicia de la ley, por lo cual hoy nos apartamos del mundo negando satisfacer nuestros deseos pecaminosos, tomar nuestro sufrimiento y seguir a Jesús. Así doblamos nuestras rodillas ante él como único Señor y suficiente Salvador quién es digno de recibir la gloria, honra, honor, alabanza y poder, asimismo nos ayuda en nuestras aflicciones.
       Oremos: Dios Padre santo, omnipotente, omnipresente, omnisciente, misericordioso, fiel y verdadero, movidos por tu Santo Espíritu venimos ante ti en el nombre de Jesús, con nuestras cargas y agonías, dando gracias por la salvación tan grande que nos has dado, las pruebas que padecemos nos hacen depender, confiar y esperar en ti, sabiendo que nos dejas caer en la tentación, nos cuidas y proteges de todo mal, gracias te damos, oh Dios. Amén.

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