La finalidad de la carta (1:2).
El propósito de la carta fue que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y de Señor Jesucristo se derramara en sus vidas.
La mente del hombre es un campo de batalla, donde pelean muchos pensamientos, buenos y malos, de Dios y de Satanás, hasta elegir uno que se convierte en palabras, luego en acciones que al hacerlas en rutina, se hacen hábitos delineando nuestro carácter y destino.
El apóstol Pablo hizo énfasis en el culto racional mediante la transformación a través de la renovación de nuestro entendimiento. Con la lectura, estudio y meditación de la palabra de Dios, en oración, debemos destruir toda fortaleza que el diablo haya construido en nuestras mentes antes de nuestra conversión, también derribar todo argumento y altivez que se oponga al conocimiento de Dios así llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Es vital cuidar lo que pensamos, someter nuestros pensamientos a la autoridad de la Santa Biblia y al Espíritu Santo, por eso el apóstol Pablo oraba para que la gracia y la paz de Dios gobierne el corazón del creyente y gozar de las bendiciones espirituales de Dios en Cristo.
Dios borra las rebeliones, lava las maldades y limpia los pecados de los creyentes, para que gocemos de las bendiciones espirituales en Cristo Jesús Señor nuestro en los lugares celestiales y veamos al santo.
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