COMO UN AGUIJÓN.

Miércoles 9 de marzo, 2022.



COMO UN AGUIJÓN.

«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar de coces contra el aguijón». Hechos 26:14

«DAR DE COCES CONTRA EL AGUIJÓN», es una expresión figurada. En este caso, se llama «aguijón» al extremo puntiagudo de una vara usada para picar a los bueyes con el fin de apurar su paso.
¿A quién se le ocurre dar puntapiés a una vara puntiaguda? ¡Es parecido a dar «cabezazos contra la pared!» (Hechos 26:14, NVI).
Cuando Saulo perseguía a los cristianos en el camino a Damasco, el Señor Jesús se le apareció preguntando algo así: «¿Qué sentido tiene lo que estás haciendo al perseguirme? ¡Lo único que logras con esto es herirte a ti mismo!».
Al igual que el boyero aguijonea al buey para apremiarlo, así Jesús por medio del Espíritu Santo había estado «pinchando» el corazón de Saulo desde hacía algún tiempo, su resistencia le estaba resultando dolorosa y absurda por seguir dando coces contra el aguijón.
Por algún tiempo Saulo resistió a los llamados del Espíritu Santo, cuando finalmente vio al Señor Jesús glorificado, reconoció que lo estaba persiguiendo ferozmente, de una manera errónea. Su conversión no fue tan repentina como parece sinó que resultó de un largo proceso.

REFLEXIÓN.
Como Saulo persiguió a la iglesia para destruirla, así también Jesús lo persiguió para salvarlo. Esto confirma una de las verdades más hermosas de la Escritura: antes de que amáramos a Dios, «él nos amó primero» (1 Juan 4:19).
Además, confirma otra gran verdad: la conversión no es tan repentina como se puede pensar. ¡Él Señor Jesús sigue nuestros pasos! De manera incesante, sin tregua, «aguijonea» el corazón, hasta que, como Saulo digamos : «Señor, ¿qué quieres que haga?».
La conversión no es repentina, resulta de la intercesión del Espíritu de Dios durante toda la vida; es una obra paciente y permanente. Una obra paciente en la que un maravilloso Salvador poco a poco nos atrae «con lazos de ternura, con cuerdas de amor» (Oseas 11: 4, DHH).

ORACIÓN.
Bendito Dios Padre que estás en los cielos, gracias por nuestro Señor Jesús, que tan pacientemente toca la puerta de nuestro corazón, a pesar de nuestra necedad, de manera incesante lo sigues haciendo, me rindo a ti, Señor. Amén.

Modificado del devocional de Oscar Omar Soler Sánchez.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Plenitud de vida en Cristo.

Coram Deo

TODAS LAS COSAS NOS AYUDAN A BIEN.